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La derrota interminable

  • Foto del escritor: Francisco Vallenilla
    Francisco Vallenilla
  • hace 2 días
  • 2 Min. de lectura

Actualizado: hace 1 día

300 palabras sobre El general del ejército muerto, de Ismaíl Kadaré

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Más hubiera deseado la derrota sufrida por los cónsules Cayo Terencio Varrón y Lucio Emilio Paulo, vencidos por Aníbal en la batalla de Cannas (216 a. C.) pese a la superioridad del ejército romano frente a su adversario cartaginés. O la de Vercingétorix en Alesia (52 a. C.), quien no pudo evitar que Julio César se apoderara de la Galia. Incluso la de Christian de Castries, comandante de la guarnición de Dien Bien Phu, cuya rendición ante las fuerzas norvietnamitas determinó el fin del dominio colonial francés en Indochina (1954). Cualquiera de esas humillaciones militares habría sido preferible a la misión que debe cumplir. “En El general del ejército muerto (1970), de Ismaíl Kadaré, han transcurrido veinte años desde el final de la Segunda Guerra Mundial cuando un comandante militar viaja a Albania para repatriar los cuerpos de los soldados de su nación. Al frente de una cuadrilla de desenterradores y en compañía de un sacerdote y un especialista albanés, recorre montañas y valles para exhumar a sus compatriotas. Nadie le va a disparar en el recodo de un camino, nadie le va a poner una bomba mientras duerme, pero es seguido a dondequiera por miradas enigmáticas y ofensivas. La tensión que percibe en cada lugar es tan densa que casi puede rasgarla, sobre todo en las zonas por donde había pasado el coronel Z, inolvidable por sus crueldades. Aunque entre sus países reina la paz y los efectivos de su ejército son puros huesos en bolsas azules, ha sido un error, hacia el final de su lúgubre tarea, haber acudido a una boda. “El pasado no se olvida con facilidad”, se dice al caer en cuenta del riesgo que corre entre los albaneses: él seguía siendo el enemigo: ¿cuándo en realidad termina una guerra entre los hombres? ¿Lo hace?

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