Abeja morena
- Francisco Vallenilla

- 26 jul
- 2 Min. de lectura
Actualizado: 6 oct
300 palabras sobre Reunión, de Natasha Brown

Ella es la “prima inglesa” para sus familiares de Jamaica. Ha ascendido a un cargo directivo en su trabajo y comprado un ático en una buena zona, su situación financiera es sólida y es pareja de un muchacho rico, heredero de una fortuna originada en las indemnizaciones que recibieron los dueños de esclavos en el siglo XIX, luego de la abolición del tráfico atlántico de africanos. Ha hecho todo lo que le dijeron que hiciera para integrarse: esforzarse más que el resto y, sobre todo, nunca molestar. Aunque esto último ha sido imposible, cómo pasar inadvertida si para su entorno es como un aviso luminoso de ¡cuidado!: mujer muy competente en su área profesional y, para colmo, con el cabello salvaje, la piel exótica y unos pechos generosos. Ahora ocupa un elegante despacho, pero de nada le ha servido acatar, alcanzar y superar porque está reducida a conveniente ejemplo de la diversidad correcta, la consideran simple aval para la credibilidad progresista de la sociedad londinense. “Nacida aquí, padres nacidos aquí, siempre aquí y, sin embargo, nunca de aquí”, concluye, imposibilitada de formarse una identidad y de sentirse parte de una nación en un sitio en el que siempre están pidiéndole que se marche. La protagonista de Reunión (2022), de Natasha Brown, adopta una decisión radical para oponerse a su cosificación por un imaginario colonialista que persiste en una metrópoli sin imperio. En 1939, George Orwell escribió: “Todos los imperios coloniales en efecto se han erigido sobre esta realidad. La gente tiene la cara morena, oscura; además, ¡son muchísimos! ¿Son de veras tan de carne y hueso como uno mismo? ¿Acaso tienen un nombre propio? ¿O están hechos tan sólo de una suerte de pasta indiferenciada, de tonalidad tostada, tan individuados como las abejas u otros insectos que viven en colonias?”.






